JUEVES, 21 DE FEBRERO DE 2019 |
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Ramón Llull dedicó la mayor parte de su vida a diseñar y construir una máquina lógica. De naturaleza mecánica, en ella, las teorías, los sujetos y los predicados teológicos estaban organizados en figuras geométricas de las consideradas “perfectas” (por ejemplo círculos, cuadrados y triángulos). Al operar unos diales y palancas, girando manivelas y dando vueltas a un volante, las proposiciones y tesis se movían a lo largo de unas guías y se detenían frente a la postura positiva (certeza) o negativa (error) según correspondiese. Llull afirmaba que la máquina podía probar por sí misma la verdad o mentira de un postulado. El religioso bautizó su instrumento con el nombre de Ars Generales Ultima o Ars Magna. La realidad teórica subyacente en aquel artefacto era una fusión o identificación de la teología con la filosofía, orientada a explicar las verdades de ambas ciencias como si fueran una. Era, por lo tanto, el nacimiento de la teosofía. Se le declaró patrono de la informática.